martes, 27 de diciembre de 2011

Pedro Armendáriz hijo murió en Nueva York a causa de cáncer


El actor viajó a EU con su familia luego de que en México le detectaron el mal en un ojo
Pedro Armendáriz hijo murió en Nueva York a causa de cáncer
También arquitecto, incursionó en el cine invitado por su amigo Arturo Ripstein
Arturo Martínez le dio su primer papel como profesional
Hizo 140 cintas y trabajó en televisión y en el teatro
En un principio no tenía interés en la actuación; incluso, al lado de Pedro Ramírez Vázquez, participó en la construcción del Museo Nacional de Antropología e HistoriaFoto Fabrizio León
Mónica Mateos-Vega
Martes 27 de diciembre de 2011, p. 6
Pedro Armendáriz hijo, uno de los actores más emblemáticos del cine mexicano contemporáneo, falleció a los 71 años en Nueva York. Era atendido en esa ciudad de un cáncer de ojo que apenas hace unos días le diagnosticaron en México, luego de sufrir fuertes dolores de cabeza durante meses.
En un escueto comunicado, familiares que lo acompañaban en la urbe estadunidense, informaron sobre el deceso: murió con dignidad, como vivió. Solicitaron a los medios de comunicación respeto a su privacidad en estos momentos de duelo, y a los admiradores del histrión su solidaridad por medio de oraciones. Agregaron que los restos del actor serán traídos a México.
Pedro Armendáriz hijo fue un símbolo como lo fue su padre en la época de oro del séptimo arte nacional. Durante su gestión como presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas AC (de 2006 a 2010) libró arduas batallas para conseguir subsidios y así fortalecer la cultura fílmica del país.
Nació en la ciudad de México el 6 de abril de 1940 en el seno de una familia dedicada a la actuación, encabezada por su padre, Pedro Armendáriz, y su madre, la actriz Carmelita Bohr.
Sus primeros estudios los cursó en el Instituto Patria. Luego ingresó a la Universidad Iberoamericana donde concluyó la carrera de arquitectura. No tenía interés en dedicarse a la actuación, incluso, participó como arquitecto en la construcción del Museo Nacional de Antropología e Historia, al lado de Pedro Ramírez Vázquez.
Se impuso el llamado de la sangre
Al concluir la obra se quedó desempleado y su amigo Arturo Ripstein lo invitó a participar en una película experimental que estaba por realizar. Después lo animó a hacer la segunda. Llegó una tercera, Nido de águila, por invitación de los hermanos De Anda (Rodolfo, Raúl, Antonio y Gilberto). Y se impuso el llamado de la sangre.
En ese momento me di cuenta de que no tenía que hacerme tarugo, que el cine era parte de mi vida desde siempre y que ese era mi lugar, recordaría más tarde en una entrevista para la revista electrónica Canal 100.
Pedro Armendáriz solía platicar que su padre nunca se enteró que él se dedicaría al cine, no obstante, tuvo la fortuna de que el gran actor, muerto en 1963, le compartiera muchas de sus experiencias profesionales, en particular del trabajo y amistades que hizo en Hollywood.
Fue el director Arturo Martínez quien le dio su primera oportunidad para incursionar de manera profesional en el cine en 1965, en la cinta El cachorro.
De ahí siguieron innumerables intervenciones (por ejemplo: Los gavilanes negros (1965), Los bandidos (1966), Matar es fácil (1966), Los tres mosqueteros de Dios y La soldadera (1966) cintas que el actor reconocía que no fueron extraordinarias, pero satisfacían su creciente pasión por el cine.
A finales de los años 70 viajó a Estados Unidos para probar suerte. Pero en la oficina de migración, al pedir una visa de trabajo como actor, le solicitaron cartas de recomendación de la industria cinematográfica estadunidense. Acudió entonces a los amigos de su padre: John Ford, John Huston y John Wayne, entre otros.
Cuando mostró las cartas, la señorita que lo atendía le dijo: si usted es amigo de todos estos, ¿por qué no me los presenta? Con todo, no le dio el permiso, pues en esa época el desempleo era alto en Hollywood, recordaba Pedro entre sus múltiples anécdotas.
Pero sus ganas de actuar se impusieron y consiguió el permiso para participar no sólo en producciones cinematográficas, sino en la televisión de Estados Unidos. Entre los trabajos que realizó destacan: River of Gold (1971), Killer by Night (1972), Earthquake (1974), A Home of Our Own (1975), Columbo: A Matter of Honor (1976) y The Rhinemann Exchange (1977).
Después de 50 películas, ya entrados los años 80, Pedro Armendáriz aparecía en la pantalla grande como uno de los actores más importantes de su generación, dirigido por cineastas como Julián Pastor, en La casta divina; Jaime Humberto Hermosillo en La pasión según Berenice; Gonzalo Martínez Ortega, en Longitud de guerra, y por su amigo de toda la vida Arturo Ripstein en Cadena perpetua.
Triunfaba en México sin dejar de participar en producciones estadunidenses, como en Licencia para matar (de James Bond, 1989), y Gringo viejo (1989), de Luis Puenzo, basada en la novela homónima de Carlos Fuentes.
En 1997 participó en el elenco de la película Amistad, bajo la dirección de Steven Spielberg, a quien definía como un hombre sereno, que no se siente un dios en el foro.

A las más de 140 películas nacionales y extranjeras se suma su incursión en la producción de programas educativos.
Entre sus trabajos más recientes destacan: La ley de Herodes, en 1999; A propósito de Buñuel, Antes de que Anochezca y Su alteza serenísima, en 2000; La mexicana y Pecado original, en 2001; El crimen del Padre Amaro, en 2002; Once Upon a Time in Mexico y La casa de Los Babys, en 2003, y Matando cabos, en 2004.
Convencido de que en México el cine no te paga, te cuesta, hizo varias telenovelas, porque de la televisión sí puedes vivir. Participó en programas como Hora marcada (producido por su hermana Carmen) y Furcio, así como en melodramas como La última esperanza (1995), La sombra del otro (1996), La culpa (1996) y Tres mujeres (1999).
Pedro Armendáriz lamentó siempre que el cine de Estado hubiera destruido la figura del productor, porque los directores de Conacine y Conacite decidían quién era el gerente de producción de tal o cual película. El productor pasó a ser un administrador del dinero del Estado. Hay que recuperar la figura del productor. Y también hay que crear guionistas. A los escritores que hacían guiones para cine, como Pacheco y Leñero, ya no les interesa. Se alejaron porque les pagaban poco y porque no respetaban sus historias. Como no hay guionistas, los directores están escribiendo sus historias. Eso no puede ser, dijo en entrevista con la revista virtual Canal 100.
En teatro, otra de sus pasiones, participó en 2005 en la versión de la obra El violinista en el tejado, como el patriarca de la familia judía ortodoxa, y recientemente actuó en la puesta Doce hombres en pugna.
A los Arieles que obtuvo por sus actuaciones en el cine nacional se suman reconocimientos como el homenaje que el Festival de Cine de Biarritz le brindó en 2007; el Mayahuel de Plata que le entregó el Festival Internacional de Cine de Guadalajara en 2006, y el homenaje en el Festival de Cine de la Ciudad de Huelva, España, el año pasado
Su última aparición en la televisión fue en 2011 en la telenovela La fuerza del destino, de Rosy Ocampo.
En posproducción se encuentran al menos tres largometrajes en los que actuó durante 2011.
Otro inolvidable
En 1956, el padre de Pedro, el inolvidable actor del mismo nombre, participó en la película The Conqueror, producida por Howard Hughes, filmada en Utah, Estados Unidos, en la época en la que el gobierno estadunidense realizó pruebas nucleares en el vecino estado de Nevada. Noventa y una de las 220 personas involucradas en la producción de la cinta enfermaron de cáncer; 46 murieron a consecuencia de la enfermedad, entre ellas los actores John Wayne (lo padeció en estómago y pulmón), Susan Hayward (en el cerebro), Agnes Moorehead (en el pulmón), John Hoyt (en pulmón), además del director de la película, Dick Powell (en las glándulas linfáticas) y el doble Chuck Roberson.
Pedro Armendáriz padre al enterarse de que padecía cáncer en la región de la cadera optó por suicidarse con un tiro en el pecho, durante su estancia en el hospital de la Universidad de California, en Los Ángeles.

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