El actor viajó a EU con su familia luego de que en México le
detectaron el mal en un ojo
Pedro Armendáriz hijo murió en Nueva York a causa de cáncer
También arquitecto, incursionó en el cine invitado por su
amigo Arturo Ripstein
Arturo Martínez le dio su primer papel como profesional
Hizo 140 cintas y trabajó en televisión y en el teatro
En un principio no tenía interés en la actuación; incluso,
al lado de Pedro Ramírez Vázquez, participó en la construcción del Museo
Nacional de Antropología e HistoriaFoto Fabrizio León
Mónica Mateos-Vega
Martes 27 de diciembre de 2011, p. 6
Pedro Armendáriz hijo, uno de los actores más emblemáticos
del cine mexicano contemporáneo, falleció a los 71 años en Nueva York. Era
atendido en esa ciudad de un cáncer de ojo que apenas hace unos días le
diagnosticaron en México, luego de sufrir fuertes dolores de cabeza durante
meses.
En un escueto comunicado, familiares que lo acompañaban en
la urbe estadunidense, informaron sobre el deceso: murió con dignidad, como
vivió. Solicitaron a los medios de comunicación respeto a su privacidad en
estos momentos de duelo, y a los admiradores del histrión su solidaridad por
medio de oraciones. Agregaron que los restos del actor serán traídos a México.
Pedro Armendáriz hijo fue un símbolo como lo fue su padre en
la época de oro del séptimo arte nacional. Durante su gestión como presidente
de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas AC (de 2006 a
2010) libró arduas batallas para conseguir subsidios y así fortalecer la
cultura fílmica del país.
Nació en la ciudad de México el 6 de abril de 1940 en el
seno de una familia dedicada a la actuación, encabezada por su padre, Pedro
Armendáriz, y su madre, la actriz Carmelita Bohr.
Sus primeros estudios los cursó en el Instituto Patria.
Luego ingresó a la Universidad Iberoamericana donde concluyó la carrera de
arquitectura. No tenía interés en dedicarse a la actuación, incluso, participó
como arquitecto en la construcción del Museo Nacional de Antropología e
Historia, al lado de Pedro Ramírez Vázquez.
Se impuso el llamado de la sangre
Al concluir la obra se quedó desempleado y su amigo Arturo
Ripstein lo invitó a participar en una película experimental que estaba por
realizar. Después lo animó a hacer la segunda. Llegó una tercera, Nido de
águila, por invitación de los hermanos De Anda (Rodolfo, Raúl, Antonio y
Gilberto). Y se impuso el llamado de la sangre.
En ese momento me di cuenta de que no tenía que hacerme
tarugo, que el cine era parte de mi vida desde siempre y que ese era mi lugar,
recordaría más tarde en una entrevista para la revista electrónica Canal 100.
Pedro Armendáriz solía platicar que su padre nunca se enteró
que él se dedicaría al cine, no obstante, tuvo la fortuna de que el gran actor,
muerto en 1963, le compartiera muchas de sus experiencias profesionales, en
particular del trabajo y amistades que hizo en Hollywood.
Fue el director Arturo Martínez quien le dio su primera
oportunidad para incursionar de manera profesional en el cine en 1965, en la
cinta El cachorro.
De ahí siguieron innumerables intervenciones (por ejemplo:
Los gavilanes negros (1965), Los bandidos (1966), Matar es fácil (1966), Los
tres mosqueteros de Dios y La soldadera (1966) cintas que el actor reconocía
que no fueron extraordinarias, pero satisfacían su creciente pasión por el cine.
A finales de los años 70 viajó a Estados Unidos para probar
suerte. Pero en la oficina de migración, al pedir una visa de trabajo como
actor, le solicitaron cartas de recomendación de la industria cinematográfica
estadunidense. Acudió entonces a los amigos de su padre: John Ford, John Huston
y John Wayne, entre otros.
Cuando mostró las cartas, la señorita que lo atendía le
dijo: si usted es amigo de todos estos, ¿por qué no me los presenta? Con todo,
no le dio el permiso, pues en esa época el desempleo era alto en Hollywood,
recordaba Pedro entre sus múltiples anécdotas.
Pero sus ganas de actuar se impusieron y consiguió el
permiso para participar no sólo en producciones cinematográficas, sino en la
televisión de Estados Unidos. Entre
los trabajos que realizó destacan: River of Gold (1971), Killer by Night
(1972), Earthquake (1974), A Home of Our Own (1975), Columbo: A Matter of Honor
(1976) y The Rhinemann Exchange (1977).
Después de 50 películas, ya entrados los años 80, Pedro
Armendáriz aparecía en la pantalla grande como uno de los actores más
importantes de su generación, dirigido por cineastas como Julián Pastor, en La
casta divina; Jaime Humberto Hermosillo en La pasión según Berenice; Gonzalo
Martínez Ortega, en Longitud de guerra, y por su amigo de toda la vida Arturo
Ripstein en Cadena perpetua.
Triunfaba en México sin dejar de participar en producciones
estadunidenses, como en Licencia para matar (de James Bond, 1989), y Gringo
viejo (1989), de Luis Puenzo, basada en la novela homónima de Carlos Fuentes.
En 1997 participó en el elenco de la película Amistad, bajo
la dirección de Steven Spielberg, a quien definía como un hombre sereno, que no
se siente un dios en el foro.
A las más de 140 películas nacionales y extranjeras se suma
su incursión en la producción de programas educativos.
Entre sus trabajos más recientes destacan: La ley de
Herodes, en 1999; A propósito de Buñuel, Antes de que Anochezca y Su alteza
serenísima, en 2000; La mexicana y Pecado original, en 2001; El crimen del
Padre Amaro, en 2002; Once Upon a Time in Mexico y La casa de Los Babys, en 2003,
y Matando cabos, en 2004.
Convencido de que en México el cine no te paga, te cuesta,
hizo varias telenovelas, porque de la televisión sí puedes vivir. Participó en
programas como Hora marcada (producido por su hermana Carmen) y Furcio, así
como en melodramas como La última esperanza (1995), La sombra del otro (1996),
La culpa (1996) y Tres mujeres (1999).
Pedro Armendáriz lamentó siempre que el cine de Estado
hubiera destruido la figura del productor, porque los directores de Conacine y
Conacite decidían quién era el gerente de producción de tal o cual película. El
productor pasó a ser un administrador del dinero del Estado. Hay que recuperar
la figura del productor. Y también hay que crear guionistas. A los escritores
que hacían guiones para cine, como Pacheco y Leñero, ya no les interesa. Se
alejaron porque les pagaban poco y porque no respetaban sus historias. Como no
hay guionistas, los directores están escribiendo sus historias. Eso no puede
ser, dijo en entrevista con la revista virtual Canal 100.
En teatro, otra de sus pasiones, participó en 2005 en la
versión de la obra El violinista en el tejado, como el patriarca de la familia
judía ortodoxa, y recientemente actuó en la puesta Doce hombres en pugna.
A los Arieles que obtuvo por sus actuaciones en el cine
nacional se suman reconocimientos como el homenaje que el Festival de Cine de
Biarritz le brindó en 2007; el Mayahuel de Plata que le entregó el Festival
Internacional de Cine de Guadalajara en 2006, y el homenaje en el Festival de
Cine de la Ciudad de Huelva, España, el año pasado
Su última aparición en la televisión fue en 2011 en la
telenovela La fuerza del destino, de Rosy Ocampo.
En posproducción se encuentran al menos tres largometrajes
en los que actuó durante 2011.
Otro inolvidable
En 1956, el padre de Pedro, el inolvidable actor del mismo
nombre, participó en la película The Conqueror, producida por Howard Hughes,
filmada en Utah, Estados Unidos, en la época en la que el gobierno
estadunidense realizó pruebas nucleares en el vecino estado de Nevada. Noventa
y una de las 220 personas involucradas en la producción de la cinta enfermaron
de cáncer; 46 murieron a consecuencia de la enfermedad, entre ellas los actores
John Wayne (lo padeció en estómago y pulmón), Susan Hayward (en el cerebro),
Agnes Moorehead (en el pulmón), John Hoyt (en pulmón), además del director de
la película, Dick Powell (en las glándulas linfáticas) y el doble Chuck
Roberson.
Pedro Armendáriz padre al enterarse de que padecía cáncer en
la región de la cadera optó por suicidarse con un tiro en el pecho, durante su
estancia en el hospital de la Universidad de California, en Los Ángeles.
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