miércoles, 8 de febrero de 2012

Siria: el país clave de Oriente Próximo.


Siria: el país clave de Oriente Próximo
08 de febrero 2012 | 14:07


Es difícil explicar en solo un artículo la importancia geoestratégica de Siria, auténtico nudo gordiano del complejo equilibrio de poderes y la estabilidad de todo Oriente Próximo.
¿Por qué EE. UU. y sus aliados presionan al Consejo de Seguridad de la ONU para conseguir una intervención exterior sobre Siria lo antes posible? ¿Por qué ese interés desmesurado en que caiga el Gobierno de este pequeño país de Oriente Próximo a toda costa? ¿Por qué Rusia y China han utilizado el veto en el Consejo de Seguridad por segunda vez en cuatro meses y han recibido presiones por ello?
En primer lugar, y por lo que respecta a la primera cuestión, cabe decir que las agencias de noticias occidentales, entre ellas Reuters y France-Presse, fabrican las noticias en base a los intereses geoestratégicos de los países que las financian. Noticias que son impuestas a los diferentes medios de comunicación de masas, cuyas sociedades son víctimas de una manipulación mediática que los sume en una desinformación por tergiversación de la realidad, negándoles la posibilidad de contrastar la información recibida.
A consecuencia de ello y por lo que a Siria se refiere, la opinión pública de los países occidentales y parte de la opinión pública internacional solo pueden ser unánimes en la creencia de que el pueblo sirio quiere que Bashar al Assad abandone el poder, mientras éste asesina indiscriminadamente a manifestantes pacíficos y demócratas, habiendo ejecutado ya a más de 7.000 personas. Ésta es la noticia fabricada.
Pero la realidad de Siria es otra muy distinta. En primer lugar, el Gobierno de este Estado laico multiconfesional tiene el apoyo de la mayoría de su pueblo, que es el que está sufriendo las consecuencias de una guerra civil en la que grupos armados autóctonos islamistas, con el apoyo de yihadistas libios y talibanes con armamento israelí y estadounidense que son entrenados e infiltrados deliberadamente desde Turquía y Líbano, atacan a las fuerzas de seguridad y destruyen infraestructuras con atentados terroristas constantes. Además, estos grupos armados secuestran y asesinan a civiles de la minoría alauita por el simple hecho de compartir confesión con el presidente. Ésta es la verdadera “primavera árabe siria”.
Pero como la verdad oculta espera su venganza, poco a poco y con cuentagotas empieza a filtrarse información de la realidad siria y de la magnitud de la tragedia de una guerra civil no declarada. Y es por ello que antes de que la opinión pública y la comunidad internacional sean conscientes de lo que realmente ocurre, los países occidentales han intentado a contrarreloj arrancar una resolución en la ONU para intervenir militarmente.
Desde hace décadas Israel y Occidente muestran un interés casi obsesivo en que Siria caiga. En los últimos años Siria ha sido incluido en el Eje del Mal y ha sido deliberadamente aislado en la región, siéndole también impuestas dolorosas sanciones económicas que han afectado principalmente a la población.
El presidente Sirio, Bashar Al Assad, para contrarrestar el efecto de las sanciones ideó el proyecto diplomático de los cinco mares con el objetivo de crear una alianza geopolítica en una marco de cooperación entre los países con fronteras marítimas en los mares Mediterráneo, Caspio, Negro, Rojo y Pérsico.
EE. UU. e Israel boicotearon cualquier acercamiento e intimidaron a los países vecinos para que contribuyeran a un mayor aislamiento, dado que un mayor protagonismo de Siria en la región ponía en peligro los intereses geoestratégicos de estas grandes potencias en la zona a medio plazo.
En cuanto a la última pregunta, su respuesta obligaría a realizar un profundo análisis geoestratégico a medio y a largo plazo, no solo respecto a la región de Oriente Próximo, sino sobretodo  en relación a la vasta región de Asia Central, en cuyos recursos naturales han puesto sus ojos las potencias occidentales.
Hace años Rusia y China no participaban plenamente en el juego político internacional. Mientras China  jugaba un rol exclusivamente económico, Rusia consolidaba su profunda transformación político-económica.
Pero en previsión del futuro protagonismo de ambos países en sus respectivas zonas naturales de influencia, Occidente creó la 'guerra contra el terror' e invadió Afganistán. Uno de los objetivos de esta guerra era la exclusión de China de la ecuación geográfica que la conectara con Irán. Como sabemos, Afganistán es el país que conecta a Irán con China, pasando por Tayikistan.
Con la invasión de Irak en 2004, Irán pasaría a estar flaqueado por dos países ocupados por EE. UU., y pese a su aislamiento y a las sanciones por parte de Occidente, el país persa sigue resistiendo y su alianza con Siria y Hezbollá sigue inquebrantable.
El objetivo es que caiga Siria a corto plazo para atacar Irán, y la retirada progresiva y parcial de la OTAN de Afganistán y total de Irak, después de haber establecido bases militares en ambos países, no es más que la antesala del ataque.
Siria y Líbano son los países que conectan el Mediterráneo con toda Asia. Si el plan occidental fracasara, un nuevo eje comercial y energético desde el Líbano, pasando por Siria, Irak, Irán, Afganistán y Tayikistán, nacería hasta China, que llegaría a estar conectada geográficamente con el Mediterráneo. Por otra parte, Rusia tendría acceso al Índico y reforzaría su posición en el Mediterráneo. Así, ambas potencias consolidarían sus posiciones en Asia Central y Oriente Próximo.
Esto sería una catástrofe política y económica para Occidente e Israel, y es por ello por lo que en estos momentos centran sus esfuerzos en provocar la caída de Siria como paso previo al ataque contra Irán, previsto para esta primavera o inicios del verano.
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