ANTE NUESTRA MIRADA»
La
abdicación de Irán
por Thierry Meyssan
Mientras los medios de prensa
aplauden el acuerdo anunciado entre Irán y los 5+1, Thierry Meyssan –amigo
personal de Mahmud Ahmadinejad– ve en ese arreglo una abdicación del nuevo
gobierno iraní. Señala que es absurdo que traten de hacernos creer que
las partes han disipado un simple malentendido que subsistió durante 8
años por culpa del presidente Ahmadinejad. La realidad es que
Irán ha renunciado a su investigación nuclear y que ha comenzado a
desmantelarla… y sin recibir nada a cambio, fuera de una promesa
de levantamiento progresivo de un sistema de sanciones que de todas
maneras es ilegítimo. En pocas palabras, Irán se ha rendido.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 2 DE DICIEMBRE DE 2013
La firma del acuerdo sobre el
programa nuclear iraní, el 24 de noviembre de 2013 en Ginebra, ha sido saludada
en el mundo entero –con excepción de Israel– como el fin de un quid pro
quo. Todos los firmantes han tratado de convencernos de que, sin los pronunciamientos
excesivos del ex presidente Mahmud Ahmadinejad, las partes hubiesen podido
llegar mucho antes al actual arreglo.
O sea,
que se destruyó el comercio internacional de Irán y que estuvimos al borde de
la guerra simplemente… ¡porque las partes no se habían dado cuenta de que
estaban de acuerdo!
La
realidad, por supuesto, es muy diferente. Los occidentales mantuvieron sus
exigencias pero Irán sí renunció a las suyas. Es cierto que el texto
firmado en Ginebra es de carácter transitorio. Pero Irán renuncia en él a la
construcción de la central de Arak, a su uranio ya enriquecido al 20% y a la
técnica de enriquecimiento [1].
En 2005,
la elección del presidente Ahmadinejad dio un nuevo impulso a la Revolución
iniciada por el ayatola Khomeiny. Contrariamente a sus predecesores, los
presidentes Rafsandjani (1989-1997) y Khatami (1997-2005), Ahmadinejad
no era simplemente favorable a una política de independencia nacional sino
que era un antiimperialista de la estirpe del pensador
de la Revolución iraní, Ali Shariati. En pocos años,
Ahmadinejad convirtió Irán en una potencia científica e industrial.
Desarrolló la investigación nuclear con vista a la creación de un tipo de
central adaptado a las posibilidades del Tercer Mundo y que fuese capaz de
aportar a la Humanidad la verdadera independencia energética, liberándola del
uso del carbón, del gas y del petróleo.
Jamás se
destacará lo suficiente la oposición entre los partidos iraníes.
Rafsandjani y Khatami son clérigos. Ahmadinejad es un Guardián de la
Revolución. Durante la agresión iraquí fueron los Guardianes de la Revolución
quienes salvaron el país, arriesgando para ello sus vidas, mientras que los clérigos
recurrían a todo tipo de trucos para evitar que sus propios hijos tuviesen que
ir a la guerra. La clase clerical dispone de bienes inmensos, el propio
Rafsandajni es el hombre más rico de Irán, mientras que los Guardianes de la
Revolución son gente de pueblo y practican un modo de vida realmente espartano.
Occidente no se equivocó durante 8 años al ver en Ahmadinejad un
adversario. Lo que verdaderamente nunca correspondió a la realidad fue el
calificativo de «hombre de los mollahs» que se le aplicaba en Occidente
a ese líder, tan místico como anticlerical.
En
respuesta a las aspiraciones revolucionarias de Ahmadinejad,
los occidentales comenzaron a sembrar la duda sobre la naturaleza del
programa nuclear iraní [2] y utilizaron la ONU para prohibir
que Irán enriqueciera su propio uranio, del que tiene gigantescas
reservas [3]. Impedían así que Irán utilizara sus
propios recursos naturales y lo obligaban a la vez a vender ese precioso mineral
a bajo precio. Impusieron, tanto en el Consejo de Seguridad de la ONU como de
manera unilateral, una serie de sanciones sin precedente histórico para
estrangular así la República Islámica. Iniciaron además una campaña
de propaganda que presentaba a Ahmadinejad como un loco peligroso. Y
finalmente organizaron, en 2009 y con la colaboración de Rafsandjani y de
Khatami, un intento de revolución de color [4].
Todos
recordamos aún la falsa traducción de uno de los discursos de Ahmadinejad con
la que se nos trataba de hacer creer que el entonces presidente iraní quería
exterminar a los israelíes –la agencia Reuters afirmó incluso que había dicho
que había que borrar Israel del mapa [5]. Muchos recuerdan también la
manipulación occidental sobre el verdadero sentido del Congreso sobre el
Holocausto realizado en Teherán, encuentro que tenía como objetivo mostrar que
los occidentales han destruido la espiritualidad de sus propias sociedades y
que la han reemplazado por una especie de nueva religión que gira alrededor de
ese hecho histórico. La manipulación occidental consistía en hacer creer que, a
pesar de la presencia de varios rabinos en aquel congreso, se trataba de una
celebración del negacionismo. Y ni siquiera entraremos a mencionar aquí
las múltiples afirmaciones de que Ahmadinejad discriminaba a los
judíos [6].
El equipo
de trabajo de Rohani representa simultáneamente los intereses de los clérigos y
los de la burguesía de Teherán y de Ispahán. Su objetivo es la prosperidad
económica y no le interesa la lucha antiimperialista. La promesa de
levantamiento progresivo de las sanciones le permite alcanzar un vasto respaldo
popular en la medida en que los iraníes ven –por el momento– el acuerdo como
una victoria que debe garantizarles un aumento de su nivel de vida.
Los
occidentales, mientras tanto, siguen en pos del mismo objetivo. El plan de
ataque del presidente George W. Bush preveía destruir Afganistán, destruir
después Irak y, posteriormente, destruir de forma simultánea Libia y Siria
(a través del Líbano) así como la destrucción, también simultánea, de
Sudán y Somalia, antes de terminar por Irán. Desde el punto de vista de los
occidentales, las sanciones impuestas a Teherán con un pretexto más que dudoso
eran simplemente un medio de debilitar el país. Para ellos, la rendición del
jeque Rohani es comparable a la de Muammar el-Kadhafi ya que el nuevo
presidente de Irán abandona el programa nuclear y se somete a todas las
exigencias de Washington con tal de evitar la guerra. Pero, al igual que en
el caso de Kadhafi, estas concesiones de Rohani serán utilizadas más tarde
contra su país.
Muammar
el-Kadhafi creyó erróneamente que el belicismo estadounidense en su contra se
debía a sus convicciones políticas. Pero el único factor que determinó la
decisión de George W. Bush fue de orden geopolítico. En 2010, Libia
se había convertido en un aliado de Washington en el marco de la «guerra
contra el terrorismo» e incluso había abierto su mercado interno a las
transnacionales estadounidenses. Pero eso no impidió que la Yamahiriya
fuera calificada de «dictadura» ni que fuese finalmente arrasada
por los bombardeos de la OTAN. De la misma manera, convertirse ahora en
aliado de Estados Unidos no pondrá Irán al abrigo de la guerra.
Durante
los 4 próximos años Irán abandonará el sueño de Shariati y de Khomeiny para
concentrarse en sus intereses estatales. Se apartará del mundo árabe para
dedicarse hacer negocios con los Estados miembros de la Organización de
Cooperación Económica –Turquía, Irán y los demás países del Asia Central.
Reducirá paulatinamente su respaldo militar y financiero a Siria, al Hezbollah
y a la causa palestina. Y cuando Teherán haya disuelto por sí mismo su línea
exterior de defensa, Washington entrará nuevamente en conflicto con Irán.
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