Ante el disfraz de
los lobos con albo disfraz de ángeles.
Y ví que Ezra Pound, el difamado, el vituperado, el
señalado como maldito,
el vilipendiado, el maltratado como enfermo psiquiátrico, todo ello en su
patria,
uno de los centros
mundiales que lideran el mal, la codicia, ellos
dicen que infinita,
ví en estos días que
Ezra Pound despreció todos esos estigmas,
fue un hombre de bien, ví que es el bien, y por ello a su
vez,
ví que también fue
estigmatizado; pero Ezra Pound fue un hombre de palabra;
palabras, palabras y palabras, como dijo Hamlet.
También pude ver el albo disfraz de pies a cabeza y de la cabeza a los pies,
el disfraz
angelical, el del ángel guardián de grandes intereses
y de grandes fortunas mercenarios; el disfraz del lobo
oculto en la oveja
que desde su trinchera de la perversión, del travestismo
mensajero de la hipocresía,
ese, el de las lujosas y ostentosas capas bordadas de oro
con indescifrables
pero reveladoras perversiones
se ostenta en las
grandes ceremonias, diabólicas,
con todo el
poder y vanidad de que son
capaces los tiranos;
estos ángeles de la perdición, mercenarios de causas ajenas e inconfesables,
que a través de su albo disfraz, velo de maldades, en forma vesánica
pontifican y maldicen, lanzan sus anatemas y excomulgan y sin previo juicio
unilateral y graciosamente,
caray ¡Qué cobardía! y
porque su teología mendaz y asesina le impone
ser perversos
pues ésta los enajena con el cuento de ¡Sois infalibles!
salido de las mentes
más sucias y estúpidas,
no reparan ni
repararán en que sus acciones descabelladas,
producen y producirán desgracias sin cuento,
sobre todo en
estamentos desheredados y marginados
y sus grupos
representativos;
estos albodisfrazados
de pies a cabeza con la consciencia
hecha ruinas
tienen por profesión, sádicos, castigar, castigar y castigar;
ocultan sus
acciones bajo la sombra de la impunidad, el poder y la
capacidad de la mentira; para los fines
de esa mentira dicen ser nacionales
de un país determinado,
como de Sudamérica, pero están incrustados por el poder de
la mentira y del dinero
en otras, diferentes,
estructuras estatales, a las cuales sirven
con descomunal fanatismo;
y a toda esa barbarie, todos los días enfrentarla con la metodología de Hamlet
y de W. Shakespeare:
palabras, palabras y palabras.
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