‘RESCISIÓN
SIN PRUEBAS’.
Con
estas sencillas dignísimas palabras, fruto de su carácter de hombre equilibrado, hombre de bien,
inicia el texto de nuestro distinguido maestro
Doctor en Derecho José Enrique González
Ruiz, del día quince de junio de
dos mil catorce que publica CONTRALÍNEA, y que tienen que ver
con los abusivos
procedimientos policíacos (‘administrativos’
dicen los fariseos) que en su contra, en contra de su dignidad y derechos, en contra de su familia y de
México, está realizando, sí, los sigue realizando, el execrable sistema
político reinante en México. La
Universidad Autónoma de la Ciudad de
México (UACM) es el espacio inmediato
donde ocurren los sucios
procedimientos. En el lado opuesto de dicho ilustre maestro se encuentra
la institución mencionada con su
Encargado del Despacho de la Oficina del Abogado General, Federico Anaya Gallardo, que con forme al texto, -el uso de palabras ‘duras’
desafortunadamente es forzoso dada la abominable
y pantagruélica sarta de facultades que dice tener el encargado del Despacho de
la Oficina del Abogado General- . De buenas a primeras advertimos que dicha
universidad fue creada al amparo de dos
políticos del sistema que se ufanan de ser democráticos André Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubon. Pero ¿Qué,
estos políticos tan polimencinados
carecen del talento político para
haber creado una estructura Académica de
fundamental importancia, sin las
condiciones ni la infraestructura jurídica más elemental para
su operabilidad decente, para su desempeño y funcionalidad honestos conforme al Estado
democrático y de Derecho? Porque con estos políticos que se dicen tan populares, si llegaran a los altos mandos del país, qué le puede esperar a México. Sucede que
del contenido de lo que expone el
maestro José Enrique González Ruiz y su contraparte la UACM a través del encargado del Despacho de la Oficina del Abogado
General mencionado, claramente se desprende
que en esa llamada universidad priva nada menos que un estado
salvaje en el respeto, en el debido
respeto a los derechos y garantías constitucionales y humanos. Este funcionario,
siquiera debiera ser el Titular, de
quinta categoría, encargado del Despacho
de la Oficina del Abogado General mencionado sólo puede tener las omnímodas facultades a
que se refiere en un Estado en donde las relaciones las norman un estado de salvajismo: le asiste toda la razón
al eminente maestro agraviado al
afirmar que los procedimientos seguidos
en su contra por la UACM adolecen
de todos los vicios de un Estado
autocrático y despótico. Un burócrata, un funcionario de quinto nivel, le endilga al ultrajado maestro una sarta de
reproches producto de la embriaguez que
sólo puede producir un estado de
salvajismo donde no priva el Derecho. ¿Con qué derecho
un ridículo burócrata locuaz puede proferir tantas inmundicias en contra de un venerable maestro que ha entregado su vida al servicio de
la nación? Porque, para George
Orwell, todas esas, demasiadas,
muchas, infladas, descomunales
cantidades de atribuciones pueden
recaer en tan insignificante ente burocrático. Que el encargado del Despacho de la Oficina del Abogado General tal tiene
facultades para esto y aquello,
para averiguar, para indagar, para vituperar, para abusar del poder, para hacerla de Santa
Inquisición de la UACM, que para
formar comisiones femeninas y por el contexto obviamente feministas, éstas, sí, racistas, macartistas, para
perseguir por razones de género y por
bagatelas a maestros dilectos, para
admitir y rechazar sin ton ni son
las pruebas de los interesados mediando
el capricho, la anarquía y por tanto la mala fe más absolutos, operando así
la institución académica absolutistamente
mediante sus ominosas herramientas, que Comisión de Asuntos Legislativos de su Consejo, que su
Instancia Universitaria, que
Junta Aclaratoria, que su comité de (mujeres)
-vaya régimen opresor, vaya régimen racista por razones de género, vaya régimen de discriminación racial, sí, sí, pero todo
se lo debemos a nuestro manager, somos
víctimas cautivas y cautivos de nuestro manager, y, divide
y vencerás ¡pum, de plano, de un
tirón, de una vez por todas, el descontón, ponerlo Knockout!, -ah, si México
qué democrático eres-, quitarle el trabajo,
destituirlo de su investidura
académica, confiscarle su patrimonio, difamarlo, seguramente provocarle
graves consecuencias para su salud que
pueden conducirle a la muerte.
Conducirlo a la muerte por medio de una
larga tortura es precisamente lo que ansían y buscan los torturadores de la
UACM. Eso es lo que está haciendo la UACM
con sus maestros más venerables,
porque en este país México, los mexicanos somos víctimas, somos marionetas de fuerzas extrañas. Veamos lo que está sucediendo en otros países que sufren el azote de esas
mismas fuerzas en
perfecto contubernio con sus socios
criollos. Zapatero a tus zapatos. Las
instituciones académicas no pueden decretar penas graves ni realizar complejos
procedimientos de tortura
mortal como aquellos
que la UACM ha impuesto y está
imponiendo a sus maestros venerables, no tienen
porqué ser juez y parte. No tienen porqué hacerse justicia por
propia mano. No tiene porqué
hacerle el caldo gordo al imperialismomilitarismo y a sus lacayos
en auge. Los procedimientos sádicos –el maestro José Enrique González
Ruiz los llama con toda
propiedad de tortura- son
penales, son de naturaleza penal, por
las graves penas
que aplican, y por tanto son anticonstitucionales. Las instituciones
académicas son para
dilucidar democráticamente problemas y cuestiones académicos en sentido
material; y no tienen porqué invadir otros terrenos que corresponden a otros órganos y áreas del Estado
y de la sociedad. Deseamos que el
venerable maestro afectado tenga fuerzas suficientes
para hacer frente a las embestidas
de la maldad y de la hipocresía que se han lanzado en su contra
por el hecho de ser un gran
mexicano, un batallador incansable
por la vigencia de los Derechos
humanos en México y el mundo. Deseamos que los mexicanos, tan ultrajados por las
mismas fuerzas del mal
como el maestro venerable mencionado,
se lancen y se desborden a luchar por
desvanecer y aniquilar las graves
afrentas que dicho maestro y todos
los mexicanos estamos sufriendo por el sistema de
mercenarios que padecemos. ¡Urge! Oaxaca
de Juárez, Oaxaca, México, a 26 de junio de 2014.
Licenciado Giap Salvador y
Licenciado Maestrante en Derecho Penal,
Francisco Salvador Pérez.
Licenciado Maestrante en Derecho Penal,
Francisco Salvador Pérez.
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