Toda la información que se está
manifestando y está circulando a través de diversos
medios y formas, −hojas sueltas, volantes, etc.−,
distintos a los demás medios
controlados por el aparato burocrático federal, incluido en éste de manera vergonzante
y despreciable, el de los
Estados del país, coinciden en que
la llamada reforma educativa impulsada por la Federación no es sino un sucio episodio más de los que vienen
realizando los gobiernos federales
en contra de México,
con el objeto de hacer entrega a
los grandes empresarios de
nuestro país y del extranjero de
los recursos fundamentales que conciernen a la
Nación. La modelación,
deformación y distorsión de la mente de
los mexicanos y de los estudiantes para que sirvan a los intereses del capitalismo de México
y de Occidente es el gravísimo
peligro que ahora
se cierne en contra de nuestra
desprotegida y carente de seguridad
Nación; a ello obedece la imbécil campaña
de propaganda y enajenación que encabezan Enrique Peña Nieto y sus testaferros en contra de la Sección
22 de
los maestros y prácticamente de
todo el pueblo, que es un pueblo
de indios, del
Estado de Oaxaca; se
trata de una vil campaña de carácter racista, de
falsedades, embustes y calumnias
en contra de todo
Oaxaca; se repite
así un episodio más de execrable dominación de las
oligarquías que dominan
en México y en Oaxaca, exactamente como
viene ocurriendo desde
que los colonialistas
gachupuines, como Gabino Cué
Monteagudo, sentaron sus reales
en nuestro Continente con
lo cual se apoderaron de
nuestras grandes riquezas y establecieron su
dominio colonial sobre nosotros los indios de
América. Por su claridad
y honestidad difundimos el texto
que sigue de la autoría de Luis Hernández Navarro, tomado de La Jornada de la ciudad
de México, de 28 de julio de 2015:
De Ayotzinapa a Oaxaca: la gran
calumnia
Luis Hernández Navarro
Dos fechas: 1941 y
2015. Dos geografías: Ayotzinapa y Oaxaca. Una misma afrenta: la calumnia y la
estigmatización como forma de combate contra el magisterio democrático.
En 1941, maestros y estudiantes de la normal rural organizaron un paro
de labores para exigir a la Secretaría de Educación Pública (SEP) que entregara
los recursos que se había comprometido a dar para el funcionamiento de la
institución. Estaban molestos, además, porque la Secretaría nombró a un
director de la escuela que despidió a los profesores más comprometidos, no daba
clases, no vivía en la escuela y, para colmo de males, era aliado de caciques y
comerciantes de Tixtla, enemigos de los campesinos.
El director de la normal acusó falsamente a los alumnos de que el 10 de
abril de ese año, durante la conmemoración de la muerte de Emiliano Zapata,
habían quemado el lábaro patrio e izado en su lugar una bandera rojinegra. El 2
de mayo siguiente, el gobernador se presentó en la escuela con soldados y
policías y arrestó a seis estudiantes y tres maestros. De paso, detuvo un
retrato de Carlos Marx que estaba en el comedor del internado.
El escándalo creció. Un par de meses después, el presidente Manuel Ávila
Camacho visitó Ayotzinapa y ordenó a la SEP remover al director. Sin embargo,
no reinstaló a los maestros cesados. Meses más tarde, los detenidos fueron
liberados por falta de pruebas, y el secretario de Educación, Luis Sánchez
Pontón, tuvo que presentar su renuncia.
La historia de esta barbaridad fue documentada por el agrónomo Hipólito
Cárdenas, hombre de izquierda comprometido con las luchas campesinas, antiguo
director de la normal rural. Tituló a su libro El caso de Ayotzinapa o
la gran calumnia.
Por supuesto, no fue esa la única difamación sufrida a lo largo de la
historia por la comunidad de la normal rural. Una y otra vez se han propalado
todo tipo de maledicencias en su contra. Estas difamaciones fueron una de las
causas que propiciaron la desaparición de 43 estudiantes y el asesinato de tres
alumnos de esa escuela hace 10 meses.
Hoy, 74 años después de la gran calumnia contra los ayotzis, los
maestros de Oaxaca sufren una embestida similar. Víctimas de una inescrupulosa
campaña en medios promovida por el gobierno federal y la derecha empresarial,
se les ha acusado falsamente de ser, entre otras lindezas, extorsionadores,
vándalos, vagos, corruptos, delincuentes, ignorantes y desobligados.
La verdadera razón por la que se ha desatado esta cruzada de odio y
mentiras contra los docentes oaxaqueños es porque rechazan una reforma a la
enseñanza carente de contenidos pedagógicos, que no fue consensuada ni con
ellos ni con el resto del magisterio nacional, y que ignora las condiciones en
que trabajan: inequidad educativa, multiculturalidad, pobreza y marginación.
La cantidad de embustes propalados contra los profesores de la entidad
es avasalladora. Se dice, por ejemplo, que no les interesa la educación. Eso es
mendaz. Por iniciativa de los mentores de la entidad, se han desarrollado
decenas de proyectos de enseñanza alternativa brillantes y exitosos,
reconocidos mundialmente. Sus maestros indígenas promueven un movimiento
pedagógico importantísimo, nidos de lengua en los que se revitalizan los
idiomas de los pueblos indios, secundarias comunitarias para pueblos
originarios y muchas experiencias más, generadas desde la práctica docente.
En un saludo a los maestros mexicanos reunidos en Oaxaca en octubre de
2007, con motivo del segundo Congreso Nacional de Educación Indígena
Intercultural, el doctor Noam Chomsky expresó su admiración por la labor
tan profesional que están haciendo todos ustedes sobre la educación de los
pueblos indígenas, y también por su apoyo a los valientes profesores de Oaxaca
que están enfrentándose a una lucha de enorme envergadura e importancia (en
el libroComunalidad, educación y resistencia indígena en la era global).
Los docentes oaxaqueños elaboraron, junto a las autoridades del hoy
vilipendiado Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo), una
ambiciosa y sólida propuesta de enseñanza para la entidad: el Plan para la
Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO). Está basado en cuatro
principios básicos: democracia, nacionalismo, humanismo y comunitarismo. En él
se establece, como condición necesaria para educar, el análisis de las
diferencias sociales y culturales de la entidad.
Dos de los programas que integran el PTEO buscan atender las condiciones
escolares y de vida de los estudiantes y dignificar los espacios donde se realiza
la enseñanza. Los profesores oaxaqueños han sido claves en gestionar la entrega
de uniformes y útiles escolares, la distribución de desayunos nutritivos, y el
mejoramiento de la infraestructura y el equipo educativo. Las comunidades más
necesitadas saben que sin sus maestros esas conquistas no existirían.
El gobierno federal dice que acabó con el Ieepo para terminar con las
corruptelas. Eso es una patraña. Si la causa verdadera de su intervención fuera
limpiar las instituciones, habría comenzado por otras en que este problema es
más grave. En las secretarías de Educación de casi todos los estados campea la
corrupción. Los gobernadores han utilizado tradicionalmente los recursos
destinados a ellas para dar trabajo a sus allegados y operadores políticos. En
más de la mitad de las entidades, los principales funcionarios (secretarios
incluidos) son personeros del SNTE. El golpe al instituto fue un castigo contra
los oaxaqueños por rechazar la reforma educativa.
En el Ieepo las cosas eran distintas. El movimiento le quitó su control
a la burocracia de siempre. Pero no necesariamente hizo todo bien ni acabó por
completo con la deshonestidad. No creó una ínsula Barataria. Los principales
cargos del instituto fueron siempre designados por el gobernador en turno, sin
participación del magisterio. El director tenía claramente dispuesta la
responsabilidad de guiar la dependencia y dictar los criterios a los
funcionarios bajo su cargo.
Las calumnias contra el magisterio oaxaqueño ofenden a los trabajadores
de la educación de todo el país. Los que las profieren escupen al cielo.
Twitter: lhan55
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