Mejor... imposible
Purificación Carpinteyro
4 Oct. 12
Terminaba el 2006 con el inicio de un nuevo gobierno, en el
que muchos dieron oportunidad a la esperanza de que el México del 2012 fuese
más de todos y menos de unos cuantos. Sin embargo, cierra el sexenio y en la
mesa del reparto continúan sentados los mismos invitados, que no se atreven ni
a mirar por la ventana para evitar la indigestión que les provocaría la vista
de más de 21 millones de mexicanos que no tienen ni para comer. Unos 7 millones
más que los que luchaban por sobrevivir en esas circunstancias en 2006.
Durante estos seis años no sólo continuaron sentados los
mismos personajes, sino que consiguieron incrementar aún más su patrimonio y
fortalecer su fuente de poder. Y, si intentáramos realizar un balance de
quiénes fueron los principales ganadores, nadie cuestionaría que la lista la
encabezarían los poderosos grupos de comunicación masiva, poseedores exclusivos
de la única llave que permite entrar sin tocar la puerta, a más del 90 por
ciento del total de los hogares del país.
Estos grupos mediáticos, tan favorecidos por el gobierno
foxista, a quienes les obsequió la graciosa concesión de desaparecer la
obligación de reservar el 12.5 por ciento de tiempo publicitario para
propaganda oficial, por la que ahora cobran al gobierno cuantiosas sumas; la
prórroga gratuita de sus concesiones de televisión con vencimiento original de
entre 2003 y 2009, y que ahora está fijada para 2021; el regalo de un canal de
televisión digital adicional por cada canal de televisión analógica que
tuvieran; el permiso para que Televisa se asociara con Francisco González
-dueño de Grupo Milenio-, mediante la compra del 50 por ciento de Cablevisión
de Monterrey (como si a Televisa no le bastara ser el mayor concesionario de TV
abierta, el único competidor de TV de paga a través de su subsidiaria Sky); y
la impunidad para TV Azteca, que le permitió hacerse -con lujo de violencia-
del Canal 40, hasta entonces propiedad de Javier Moreno Valle.
Y para cerrar con broche de oro, el gobierno foxista les
abrió la posibilidad a los cableros -liderados por Televisa- de incursionar en
el mercado de telecomunicaciones ofreciendo, además de TV de paga, servicios de
telefonía y acceso a internet; sin tener que preocuparse de competir contra
quien podría ser el más temible rival para sus aspiraciones de control del
mercado de la TV -la ahora América Móvil, controladora de Telmex y Telcel-.
Y si en apenas seis años tantos privilegios otorgados sin
contrapartida -para el Estado- era una marca difícil de superar, el presidente
Calderón lo consiguió. Durante su gobierno:
* Permitió que
Televisa comprara el segundo operador de TV por cable en México -Cablemás-,
hasta entonces propiedad de la familia Álvarez, operación que además le
confirió el control sobre PCTV (Productora y Comercializadora de Televisión),
la principal si no la única empresa comercializadora de programas de televisión
nacionales y extranjeros en México;
* Dejó a Televisa actuar con impunidad, alineando y operando
un consorcio con las mayores cableras que no están bajo su control, como
Megacable, ofreciendo un producto de triple-play que exclusivamente ellos
podían ofrecer (cada uno en sus respectivas regiones, por supuesto);
* Le diseñó una
licitación a modo para que se llevara al menor precio y en las mejores
circunstancias frecuencias para competir en servicios celulares -que luego
desechó porque se presentó la oportunidad irrenunciable de hacerse socio de su
competidor-; además de ser parte del único consorcio que compró los dos hilos
de fibra óptica licitados por la CFE;
* Mantuvo cerrada a
piedra y lodo la posibilidad de que su archirrival Telmex/Telcel entrara a
competir con su negocio de TV de paga;
* Castigó con la
amenaza del "rescate de frecuencias" al único grupo que se atrevió a
competir contra las televisoras de paga, que con su oferta en el mercado a
través de Dish, a fines del 2008, detonó el crecimiento en suscriptores en el
país forzando a las cableras y a Sky a ofrecer paquetes mucho más baratos, para
no perder mercado;
* Y, la peor de las
obscenidades, bendijo la unión de dos que debiendo ser rivales ahora son
socios: Televisa y Televisión Azteca, que ahora comparten al 50 por ciento las
acciones de Iusacell -y los intereses en el mercado de telecomunicaciones
convergente.
Pero no suspiremos pensando que tanto privilegio concedido
(dentro de los conocidos) a unos pocos acabará cuando termine este gobierno.
Por increíble que parezca, el próximo puede ser el que, no teniendo más que
dar, opte por entregar las escrituras del país.
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