jueves, 11 de diciembre de 2014

Se trata del típico tartufo, santurrón, lambiscón y falsario.

Se trata  del típico   tartufo, santurrón, lambiscón y falsario.   11diciembre2014




Los  diarios  del  país  publican   el día de hoy 11 de  diciembre  de 2014 las  parrafadas dichas por Luis  María   Aguilar  Morales   en su carácter de  ocupante  del encumbrado, inmerecido  e ilegítimo  cargo  de  ministro  de la Suprema Corte  de Justicia  (SCJN). Encumbrado  porque  la SCJN  ya  es un organismo  totalmente  superado  por los graves  problemas de México.  Por la decadencia  del sistema, quienes integran la Suprema  Corte  se  han vueltos verdugos del  país. Ese  tribunal  todos  los días  realiza  una  labor  que tiene por  objeto   desvirtuar la  Constitución,  destruir   a  México   y a la  Nación,  como   en  efecto así lo  ha  estado haciendo desde  hace muchos años los  llamados ministros de. Estos altos  y sobre todo  lucrativos cargos  son totalmente ilegítimos  porque  son contrarios  a los intereses de la Nación. Bajo  esta  premisa dicho  individuo  no  tiene  ninguna  autoridad para hablar  de justicia,   de Estado de Derecho, de  respeto a los derechos  humanos,  porque en su labor   como juez  se ha dedicado precisamente a todo lo contrario, a pisotear  el sentido de los valores  que  envuelven  dichos conceptos. Se trata  del típico   tartufo, santurrón, lambiscón y falsario.   Cobijado por el sistema putrefacto,  sabe engañar   cuando le  conviene. En  sus  resoluciones,  violando   todos los principios  jurídicos,  cuando se trata de  quedar  bien con el poderoso, suple de manera arbitraria  las  graves  fallas   de una de las partes  interesadas  para  quedar  bien  con el poderoso;  esta  manera de actuar   constituye  un grave delito, grave  enfermedad  de la cual padecen todos  los ministros  de la  Suprema  Corte, pero vivimos  en el país en que los  poderosos  actúan  impunemente.   Este sujeto  Luis  María  Aguilar  Morales  estuvo  y  está   descalificado jurídicamente  para  ser  ministro de la  Suprema  Corte. Porque en  México  a los  lambiscones se les  premia   con los  más altos  sitiales, dicho  sujeto, durante   muchos  años,  mientras  fue  presidente   de la  Suprema  Corte Vicente  Aguinaco Alemán,   tipo mimado  por  Ernesto  Zedillo  –vaya pifia garrafal–,  violando la  Constitución desempeñó   dos  cargos   de la Federación, el de  Oficial  Mayor  de la  Suprema  Corte  y el de  Secretario  General  de la  Presidencia de la  Suprema  Corte.   Este  abuso del poder también  constituye  un delito; de ello  nunca  fue  investigado este personaje,  y  en cambio  fue  premiado  con  el cargo  pingüe   y rateril   de   consejero de la Judicatura  Federal,   cargo  desde el que se dedicó   a  atropellar, a ofender   y a lesionar  gravemente  los derechos   de  jueces   y magistrados  federales  y a saciar su ego  patológico,  ya que por su ineptitud y tosudez se trata   de un  personaje   predispuesto a crear  al país  problemas graves y gratuitos;    de  modo, pues,  que este sujeto,  como  fue su  costumbre burocrática  enfermiza, de dedicarse  a engañar   llenando   sus    proyectos y resoluciones  de vácuas, inconsistentes  e ilógicas  parrafadas, para  suplir   sus   graves deficiencias   humanas y para  quedar  bien  con alguien. Por  haber sido  consejero de la Judicatura está  totalmente descalificado  para ser ministro de  dicho tribunal, pero los leguleyos  se  sientan  en los  principios  leguleyos,  oh santa impunidad, –¡Oh,  Francisco de  Quevedo!:  
Las  leyes  con  que juzgas, ¡oh Batino!,
menos   bien las  estudias   que las  vendes;
lo que te  compran solamente   entiendes;
. . .
y al compás   que la  encoges  o la extiendes,
 tu mano para el fallo  se previno.
No sabes  escuchar  ruegos  baratos,
. . .
No te  gobiernan  textos, sino tratos.
. . .
Pues  que  de  intento  y de  interés  no mudas,
O lávate las  manos  con  Pilatos,
o, con la bolsa,  ahórcate   con Judás –


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